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La escritora Sonia Navarro cuenta que no conoció al astrónomo guayaquileño Eloy Ortega Soto (1900–1987), nunca miró al cielo a través de su telescopio; tampoco recuerda haber leído el almanaque que Ortega publicó por más de 20 años y que se convirtió en un referente para los campesinos de la Costa ecuatoriana por sus pronósticos meteorológicos exactos. Sin embargo, hoy, luego de tres años de investigación, describe una idea bastante clara de este personaje a quien decidió rescatar su aporte como comunicador de la ciencia en “Eloy Ortega Soto: Historia de un Discurso”.
En el transcurso de esta investigación, que se inició como un proyecto de tesis para la Maestría en Comunicación Pública de la Ciencia y Tecnología y que luego tomó forma de libro, la autora guayaquileña recurrió a escritos publicados en diarios como El Universo, El telégrafo y El Comercio sobre planetas del Sistema Solar, cuerpos celestes y fenómenos astronómicos; entrevistó a personas que conocieron a Eloy Ortega, a sus detractores que lo catalogaron charlatán y a quienes en su niñez se sintieron inspirados por su vocación astronómica. Navarro también reflexionó e investigó sobre las teorías que Ortega publicó, entre ellas, la del sol frío o su práctica de bombardear nubes para lograr la lluvia artificial.
“Me volví un cuarto astrónoma y un cuarto meteoróloga”, dice bromeando la autora, además recalca su interés al referirse al tema del discurso científico en el país: “Eloy Ortega Soto era un hombre solo, pionero; no tenía apoyo estatal tampoco dinero; ubicaba su telescopio en el parque La Victoria hasta que se lo robaron; luego el canal Telesistema (hoy RTS) hizo una colecta para conseguirle uno nuevo y este lo ubicó en el parque Centenario. Cobraba unos centavitos, educaba y daba explicaciones a las personas que miraban por el telescopio. Él siempre anduvo con terno y sombrero. Siempre escuché hablar de él como un personaje especial de Guayaquil”.
“Eloy Ortega Soto: Historia de un Discurso” no es una biografía, explica la autora al tiempo de indicar que el hilo conductor de la obra es este personaje guayaquileño apasionado por los astros, quien en una entrevista había confesado sentirse afortunado por haber visto el paso del cometa Halley en dos ocasiones, primero a los 10 años y luego, un año antes de su muerte, en 1986.
En las 227 páginas del libro, dividido en 4 capítulos y anexos, Navarro cuenta con testimonios de los historiadores Jenny Estrada y Melvin Hoyos, del escritor Ernesto Torres y entrevistas al cosmonauta Ronnie Nader, al escritor Fernando Balseca y a Ericson López, director del Observatorio Astronómico García Moreno de Quito, además incluye extractos de algunas de las publicaciones de Eloy Ortega Soto.
Sonia Navarro, Máster en Comunicación Pública de la Ciencia y Tecnología ha publicado “Una mirada arbitraria”, “Sabor a olvido”, “Pasado y futuro del Centro de Tecnologías de Información de la ESPOL”; además es coautora de los libros colectivos “Mensaje en una botella” y “Testimonial del humo”.