Organizar la respuesta de manera efectiva ante un desastre requiere coordinación y ayuda de la sociedad civil en todo su conjunto: sector público, privado, comunidades, grupos religiosos, comunitarios, rescatistas, etc., cuyos miembros deben estar preparados y saber cómo ayudar. Esta es una de las conclusiones a las que llegó José Holguín-Veras, líder del Grupo de Investigación de Logística Humanitaria del Instituto Politécnico Rensselaer, RPI, de Estados Unidos.
Invitado por la ESPOL, el profesor Holguín-Veras compartió con la comunidad politécnica y el público en general “Las diez lecciones más importantes de los grandes desastres y catástrofes de los últimos diez años”, el viernes 20 de mayo en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas.
Durante su exposición mencionó que uno de los grandes problemas ante un desastre o un evento catastrófico es recibir una gran cantidad de objetos que no se necesitan o no son adecuados para ser distribuidos entre las personas afectadas: “Entre el 60% y el 70% no sirve. El resto, alrededor de un 30% restante hay que almacenar para un futuro y entre un 5 a 10% son urgentes”, comentó este experto que estuvo en los terremotos de Japón, Haití; en el huracán Catrina y en las inundaciones de Colombia en el 2010.
En estos eventos, las personas enviaban objetos que no servían ante una emergencia, entre ellos, disfraces de animales, un camión repleto de zapatos izquierdos, vestidos de novia, banderas etc. De ahí que propuso a quienes desean ayudar, organizar una subasta de los objetos a regalar y luego ese dinero entregarlo a grupos de las sociedad en los que se tenga confíanza para que compren productos y los distribuyan.
Basado en su experiencia, señala que en las primeras 12 horas de un desastre se requiere agua, por ello la necesidad de abastecer del líquido vital a la población afectada de manera inmediata.
A través de fotografías, Holguín-Veras mostró los problemas presentados a la hora de distribuir la ayuda a los damnificados de manera eficiente, pues el traslado, clasificación, empaquetado y control de las donaciones es un proceso complejo que requiere un gran contingente de personas.
“Entregar la carga (ayuda humanitaria o donaciones) localmente cuesta 60 veces más esfuerzo que transportarla a las zonas impactadas. En grandes desastres hay que utilizar las estructuras sociales locales: redes comunitarias, religiosas, etc., para hacer la distribución local (de manera eficiente)”. En ese sentido sugiere la creación de un comité de respuesta que incluya la gran red social de ayuda con conexiones, mecanismos de cooperación, diseño de planes de respuesta, etc.
Destaca la participación del sector privado en la respuesta de ayuda humanitaria a los afectados., sin embargo recomienda que esta participación debe ser planificada y con reglas claras para que las donaciones fluyan con normalidad y lleguen de manera efectiva a sus destinatarios.